Carlos Mario Sánchez

“La noche es para dormir”

Fotografías:
Julio Barrera
- Escrito Por:
Juan Sebastián Salazar
Carlos Mario Sánchez / Barranquilla, taxista - Relatos Amarillos

La película es la siguiente: yo fui a Villa Carolina a buscar un cliente, como a las dos de la mañana, y cuando paso el puente de la 51D veo una moto sin luces, y, “¡Ay, jueputa! ¿Una moto andando sin luces a esta hora?”. Yo lo seguí, dándole pata a este carro: iba a 140 y no lo alcancé; en serio, 140 y nada. De repente, cuando volteo la curva yo no sé dónde hijueputas se hizo, pero no lo volví a ver… “¿Pero este man qué se hizo?” Yo había visto la sombra de la persona y la moto sin luces, adelante y atrás… A mí se me puso la piel de gallina. Yo creo que era un marciano. En serio. En ese momento me acordé de la historia que habían contado en la radio: que un taxista recogió a una vieja por Puerto Colombia y que llevaba un tiempo manejando, y que, de un momento para otro, se volteó a mirarla y ya no estaba: ¡Había desaparecido! Y el man busque y busque y nada… Yo me acordé de esa vaina y a uno se le baja la presión.

La verdad es que a mí no me gusta trabajar de noche. Pasan cosas muy raras. Mire, yo tengo sesenta años y llevo conduciendo taxi desde hace 25. Este es un trabajo muy… ¿Cómo le dijera? Un trabajo que a uno le toca hacer de todo: cuidador, psicólogo, guía turístico, aseador, policía, brujo… Y por la noche, ¡peor! Fácil uno se puede dejar llevar por lo material y lo pueden robar o drogar. Por eso a mí me pagan, pero con dinero, yo no quiero nada en especie. Y eso que aquí se han montado hombres y mujeres preguntando que si yo quiero tener aventuras, que si me pueden pagar la tarifa con otras formas. Y yo “No, no, no… ¡Hágame el favor! Conmigo se equivocó. Yo no voy pa’ eso”. Tampoco digo que sea una perita en dulce, pero no, hágame el favor. 

Carlos Mario Sanchez / Barranquilla, taxista - Relatos Amarillos

Le voy a contar otra película, eso fue un sábado de Carnaval, en la madrugada. Se subió una pareja, un hombre y una mujer, que iban pa’ Juan Mina. Ya llevaban montados unos minutos cuando yo me doy de cuenta que están teniendo sexo dentro del carro: ¡estaban en acción, sí, en acción! Yo le vi todo a la muchacha, que hasta elegante era. Yo no les dije nada, pero lo que hice fue acelerar más el paso y me metí a un motel de la 38. Estacioné, me bajé y les dije “Mire, aquí es donde ustedes tienen que venir a hacer eso”. ¡Cómo me van a coger mi carro de…! No, no, no. Yo quedé asustado.

La noche es para dormir, pero, bueno, cuando toca, toca. Ya uno oye y ve tantas cosas que al final da lo mismo.

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