
Años 2010
EXPLORAR

Músicas colombianas
El camino hacia la apropiación de nuestra identidad

El discurrir de las músicas rebeldes del nuevo milenio en el país se aproxima a la incorporación de nuevas sonoridades por parte de agrupaciones y artistas, que encuentran en sus propias raíces la consolidación de un nuevo orden musical.
Por Álvaro Castellanos
El impacto que tuvo Internet en la música alternativa colombiana del Siglo XXI fue paradójico, porque llevó a los músicos nacionales a mirar no sólo hacia afuera, sino especialmente hacia adentro. La información que brindaba la web entregaba amplias miradas sobre la música y la cultura de gran parte del mundo, pero, al mismo tiempo, este acceso democrático al conocimiento y la información hizo que un grupo de artistas con formación académica se hicieran un examen de conciencia y detectaran una ausencia dramática de reconocimiento a sus raíces. La orfandad de referentes autóctonos y ritmos originarios en la música alternativa nacional era más que evidente, incluso a pesar de ciertas transformaciones que se asomaban desde los años 90 y que ya dejaban ver fusiones de rock con elementos musicales de la costa atlántica colombiana.
«A partir del año 2000 el fenómeno en Colombia fue que muchos de los músicos se dieron cuenta de la riqueza que teníamos en cuanto a nuestra música, música popular, tradicional, nuestro folclor. Algunas veces las cosas las tenemos tan cerca que no las vemos, pero afortunadamente esto empezó a cambiar con este nuevo siglo y muchos de los músicos aprovecharon lo que teníamos, entonces hubo como un refresco de la música», comenta Willy Vergara, personalidad de la radio, en Nación Rebelde RTVC. «Apareció una nueva onda, un nuevo paso, una nueva ventana se abrió en la música colombiana (…) Teníamos todo el material para hacerlo, teníamos toda la música, nuestras regiones, mucha diversidad en la música que hay en Colombia, desde las islas en el Caribe, la costa, el litoral pacífico colombiano, los llanos, el altiplano cundiboyacense, el sur del país», complementa Vergara sobre un descubrimiento artístico que sería fundamental en la evolución de nuestra música.
Alejandro Montaña, líder de la agrupación La Mojarra Eléctrica, detectó esta ruptura, esta desconexión con los ritmos originarios de las regiones y activó un camino para dar respuesta a sus búsquedas. A finales de los años 90, el músico bogotano tenía un interés especial en ritmos como el ska, el rock-steady, el punk y el oi. Pero su mismo entorno cultural en el barrio La Macarena, en el centro de Bogotá, lo llevó a fijarse en un enorme caudal de posibilidades sonoras, sobre todo de músicas tradicionales afrocolombianas, recibiendo influencias de artistas «como Proyecto Lumbaloo, de Pereira, Liliana Montes, en Cali, y un colectivo que principalmente me influenció y tiene mucho que ver con el sonido de La Mojarra Eléctrica, que es el Bloque de Búsqueda, con Carlos Iván Medina, Iván Benavides, Gilbert Martínez, Teto Ocampo, Maité Montero y ese colectivo que se deriva de La Provincia de Carlos Vives. Y ellos comienzan a meter dentro de su mezcla las músicas afrocolombianas, del Caribe y del Pacífico».
Estudiando música en Cuba, Montaña detectaría el trabajo cultural interno de un país que funciona bajo dinámicas económicas y sociales distintas. En ese sentido, el conocimiento que en este país tenían sobre sus músicas tradicionales, le marcó una senda creativa que incorporaría tiempo después en La Mojarra Eléctrica (inicialmente, La Mojarra Frita), uno de los grandes exponentes de las nuevas sonoridades colombianas. «Al darme cuenta de que los cubanos han sistematizado y han mirado a sus músicas afro, yo digo: no sé nada de la música colombiana. No sé quién soy yo, tengo una carencia identitaria. Porque al ser un músico urbano he recibido influencias de todo el mundo, menos de Colombia directamente. Sabía apenas de Lucho Bermúdez y las tendencias nacionales de diferentes épocas y eso me despertó gran interés. Entonces me acerqué a la música de Petrona Martínez y de Totó La Momposina. Decido dejar mis estudios en La Habana y venirme y centrarme en músicas tradicionales colombianas. Empiezo por la música de gaitas con el maestro Toño García y José Plata. Y por ende, nos metemos en el bullerengue y después ya viene la música del Pacífico. Cuando vamos al Petronio Álvarez en 2001, eso fue una explosión de sonoridades y de riqueza cultural».
La Mojarra Eléctrica, dirigida por Jacobo Vélez, surge en el 2001 con la misión de difundir las raíces afrocolombianas, apropiarlas y redefinirlas mediante la incorporación de rap, jazz, rock y timba cubana. Con discos como Calle 19 (2003) y Raza (2006), esta agrupación ha buscado, gracias a la contribución de músicos de amplia formación académica, potenciar su música con insumos folclóricos para derivar en un sonido rico y novedoso.
Consciente de que toda decisión artística es política, Montaña le da valor a la arqueología emprendida por investigadores para facilitar su apropiación de la música afrocolombiana. Una decisión también consecuente con los vientos sociales que comenzaron a soplar en Colombia llegados los años 90 con la nueva Constitución nacional. «La Constitución reconoce a Colombia como un Estado pluricultural, pluriétnico y de mucha diversidad. Entonces, haciendo conciencia muchos años después, yo siento que eso marcó un punto de quiebre para los investigadores musicales. Empieza a tener fuerza de la mano de Ana María Romano, del centro de documentación del Ministerio de Cultura en la Biblioteca Nacional, y se empieza a visibilizar todo este estudio de campo que hicieron algunos musicólogos en su época. Ellos empiezan a capturar momentos específicos de las músicas tradicionales en vivo. Y, muy importante, es la serie Yuruparí de Gloria Triana. Eso fue para nosotros descubrir que en el Teatro Colón ya habían estado personajes como Gualajo, Catalino Parra, Juan Lara. Y otro fenómeno asociado a eso, en el despertar al interés de las músicas tradicionales colombianas, es el acompañamiento de los Gaiteros de San Jacinto y un gran parche que venía detrás en la premiación del Nobel de García Márquez en los años 80».
Lucho Gaitán, guitarrista de La Mojarra Eléctrica, deja ver las intenciones de reivindicación que hay detrás de la mezcla de ritmos de alcance universal como el reggae, el funk y el reggae con músicas autóctonas como el bullerengue, la chirimía y el currulao. «Yo siento que el interés por las músicas colombianas con tendencias afro ha ido creciendo y de alguna forma se ha empezado a poner de moda. Meter elementos de músicas tradicionales afrocolombianas en músicas modernas. Pero no es solamente poner un patrón de bullerengue en un ritmo como el reggae, sino ir a la sustancia dentro de lo rítmico. Y ahí no sólo hablo de lo técnico, de las claves rítmicas, sino de la inmersión en los territorios, de compartir con los maestros, de vivir la forma en que ellos producen la música y cómo se produce la música en su territorio».
Gaitán resalta en Nación Rebelde RTVC cómo a pesar de que estos elementos provenientes de pueblos afros, de la diáspora africana, puedan resultar novedosos, en realidad vienen gestándose hace siglos. «Es importante resaltar que la música es una manifestación de esos pueblos, y digamos que esos pueblos no se reconocen. Un ejemplo es la marimba: se viene a reconocer hace diez años siendo una historia de más de quinientos y creo que nuestra responsabilidad es con la cultura, una manifestación de todo lo que significa la historia de nuestros pueblos».
En este punto de la nueva historia musical alternativa colombiana es interesante marcar el interés hacia la herencia cubana en las exploraciones de músicos colombianos. Ya sea por su riqueza histórica y cultural, por su presencia afro o por tomar a la isla como espejo en sus procesos de reconocimiento ancestral, Cuba se volvió un referente para las nuevas músicas colombianas. Al respecto, el músico Carlos Palacio contextualiza el criterio acertado que esta camada de músicos e intérpretes tuvieron al entender a la música cubana como un motor de creación invaluable. «Todos somos resultado de lo que bebemos y de lo que mamamos y de lo que comemos y es claro que somos el resultado de nuestras influencias. En mi caso particular, creo que he sido un picaflor, pero cuando miro hacia atrás creo que ha sido antes un valor que una desventaja».
Con influencias tempranas en el rock clásico, el bogotano Juan Sebastián Monsalve es otra piedra angular en el auge de las nuevas músicas colombianas. Bajista, profesor, gestor e integrante temporal de grupos importantes de la movida rock como La Derecha y 1280 Almas, Monsalve ha integrado proyectos como María Sabina, Curupira y la Confederación Galáctica del Sonido, con ensambles que se han apoyado fuertemente en el jazz. Tal vez sin proponérselo, también ha encabezado una tendencia independiente de enorme valor cultural en Colombia, al impulsar el reconocimiento de nuestros ritmos originarios.
«El interés por las músicas tradicionales afrocolombianas nos llevó a festivales, conciertos y a coincidir con personas con las que terminamos de una manera muy fluida formando un proyecto que se llamó Curupira. Es resultado del interés común que teníamos de las músicas tradicionales. Yo saqué composiciones que venía haciendo y, muy rápidamente, grabamos nuestro primer álbum de canciones originales con interpretación de la música de tambores de la música caribe colombiana». Desde la primera grabación de Curupira, hasta el trabajo más reciente, llamado La Gaita Fantástica, múltiples influencias sonoras han aparecido en la propuesta encabezada por Monsalve, visionario en la música de vanguardia y la evolución musical colombiana en la que, desde su punto de vista, resulta muy importante el mensaje de reivindicación que se entrega para dar visibilidad a nuestra identidad nacional con una importante misión educativa. «Sobre todo para mí, lo más importante es aportar una nueva lectura de nuestra identidad como pueblo. Y eso implica una mirada crítica hacia la historia y hacia el pasado y cuestionarnos quiénes son nuestros héroes, nuestros próceres y cuestionarnos esos ideales euro-centristas que nos han impuesto en nuestro sistema educativo».
A pesar del asentamiento de sus propuestas en nichos musicales y medios de difusión, Monsalve menciona cómo cierta música comercial, que también es consecuencia de exploraciones como la suya, ha monopolizado las parrillas mediáticas y el interés de las audiencias, invisibilizando a la vez otros sonidos. «Estamos en un proceso de educación de nuevos públicos, pero que siempre está impuesto por la música que suena en medios masivos tradicionales, con estándares como el reggaetón o el trap, entonces hay pocos espacios para otras propuestas».
En esta historia de hibridación musical que apareció en los años 90, creció en los 2000, se expandió en los 2010 y todavía se escribe en los 2020, Bomba Estéreo ha sido probablemente el proyecto musical colombiano con más trascendencia a nivel mundial. Surgidos en 2006 y liderados por la samaria Li Saumet y el bogotano Simón Mejía, fusionan música electrónica, rap alternativo, reggae, dance alternativo, cumbia, reguetón alternativo, champeta, latin house y acumulan seis discos de estudio, con éxitos orbitales como Somos Dos, Fuego y contribuciones con artistas famosos en todo el planeta. En palabras de Mejía, la gestación de Bomba Estéreo «fue más que una búsqueda musical. Era una búsqueda de identidad, de entendernos como colombianos, como una cultura mezclada, mezcolanzas, que no éramos una sola cosa, que no éramos sólo rock, ni tropical, ni electrónicos, sino que quizás éramos una mezcla de todas esas cosas. Yo finalmente pienso que Colombia es una mezcla de muchas cosas».
Para Simón Mejía, en el underground siempre surgen las verdaderas propuestas musicales de valor agregado, haciendo alusión a la suya. «Es interesante ver cómo las escenas que nacen de manera independiente o las underground, siempre son las que realmente generan como algo importante ¿no? Generan algo real. Esas escenas no son creadas por la industria. Después la industria llega a ellas y quiere llevarlas a un público más amplio, pero tú ves en la historia de la música y seguramente la historia de la música en Colombia que siempre todo lo que viene de abajo y lo underground siempre es lo más interesante y lo que más perdura en el tiempo. No son modas efímeras».
Regresar a nuestras raíces es un camino que Simón Mejía destaca como fundamental a la hora de hacer música. De otra manera, los proyectos y la música se vuelven perecederos, efímeros. «Es como un árbol sin raíces ¿no?, como un árbol flotante que no tiene, entonces lo que creo es que siempre las respuestas para crear cosas nuevas están atrás, y uno lo que hace es irse a esa raíz y reinterpretarla, eso es lo que sucede siempre en el arte y a música es, supongo, lo que está sucediendo con estas nuevas músicas, validar también de dónde venimos, uno sabiendo de dónde viene sabe hacia dónde va».
La línea del tiempo de la Nación Rebelde RTVC poco a poco va llegando a la actualidad. Rocanrol, hippismo, rock en español, metal, punk, rock colombiano, subgéneros, rap, fusiones y nuevas músicas colombianas dan testimonio de un proceso que seguirá escribiéndose, regido por la inclusión, la representación, por las nuevas miradas de país y que siempre mirará al pasado para escribir su futuro.
Músicas colombianas
El camino hacia la apropiación de nuestra identidad
El discurrir de las músicas rebeldes del nuevo milenio en el país se aproxima a la incorporación de nuevas sonoridades por parte de agrupaciones y artistas, que encuentran en sus propias raíces la consolidación de un nuevo orden musical....



Entrevistas
En el episodio 10 de Nación Rebelde RTVC hablan músicos como Simón Mejía de Bomba Estéreo, Alejandro, Lucho y Johnny de La Mojarra Eléctrica, Juan Sebastián Monsalve, del proyecto Curupira, y Carlos Palacio. También, periodistas y expertos como Alejandro Marín y Ricardo Durán.

La Mojarra Eléctrica - Nuevas músicas afrocolombianas en la escena alternativa

La Mojarra Eléctrica - La influencia de Cuba para enriquecer su sonido

La Mojarra Eléctrica - El surgimiento de la agrupación

Juan Sebastián Monsalve - La incorporación de sonidos originarios en el rock nacional

Juan Sebastián Monsalve - Cómo se consolida el proyecto Curupira

Infografía
La música alternativa nacional y el reconocimiento de nuestras raíces culturales propiciaron la aparición de fusiones cada vez más desarrolladas entre sonidos del mundo y ritmos originarios colombianos, con cantautoras e intérpretes protagónicas en la evolución de nuestra Nación Rebelde RTVC.

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